“Pacto social y político por la Educación”.

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La reducción de las ratios. A pesar de estar fijados los máximos hace más de 20 años, no se recoge en el texto una medida tan imprescindible para la mejora del sistema. No se ha querido plasmar una disminución del número de alumnos por aula en ningún tramo educativo, y clases bastante por encima de los 25 alumnos es un número vergonzante cada vez más frecuente. Parece que da miedo ponerle el cascabel al gato, cuando en nombre de la llamada libertad de elección de Centro, el Estado malgastará el dinero en otras opciones procedentes de la iniciativa privada, mientras el fracaso escolar, el abandono y los déficits de inclusión educativa y social no serán atendidos con recursos suficientes y con diligencia. Como siempre, pagando el pato los de siempre.

Qué lástima de tiempo perdido. El ministro se ha tirado meses y meses para intentar consensuar un documento en el que quedan recortados un montón de principios, en los que seguramente cree. Todo en aras de alcanzar un acuerdo con los estamentos y partidos más conservadores de esta sociedad. Y ni aún así (por más gaseosa que le ha echado al vino) se lo van a suscribir por razones netamente electorales ¿Acaso no lo veía venir?

Y ahora que ya está claro que no tendremos un pacto de estabilidad normativa, yo me digo: O lo firmamos todos -que a los demás tampoco nos gusta un pelo como queda- o volvamos a los principios, borrón y cuenta nueva, y a sacar una Ley de Educación como es debido. No que, a cambio de nada, sigamos rodando de cabeza por la pendiente de la regresión ideológica que tanto está deteriorando la enseñanza pública. ...

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