Recuperar la Navidad


Nos ha nacido un niño.
Un niño de todas las razas, sin iglesia que lo respalde, un niño que, en estos tiempos que corren podría haber sido niña y haber nacido en cualquier rincón de África, de Afganistán, o de China.

La Navidad es símbolo de una vida que no se detiene a pesar de las trabas que nos empeñamos en ponerle.
Nuestra tradición cultural cristiana, al margen de lo religioso e igual que el resto de las civilizaciones, necesita momentos eternos para reconciliarse con uno mismo y con los más próximos.
La Navidad puede ser uno de esos tiempos fuertes para mirar a los ojos al otro y llamarle por su nombre.
A lo largo de los últimos veinte siglos, las élites dominantes han tratado de monopolizar el legado de los profetas como Jesús. Profetas para los creyentes cristianos, para los fieles de otras religiones y profetas para ateos y agnósticos de buena voluntad. Grupos sectarios cristianos, muchos dentro de la Iglesia Católica y de otras iglesias tradicionales, han convertido las palabras de Jesús en un corsé difícil de soportar para millones de hombres y de mujeres que quieren ser libres a través de la verdad y de la justicia.

Una vez más hemos transformado un sacramento, signo visible de una realidad invisible, trascendente o no, en una realidad vulgar.

Los centros comerciales adelantan los plazos y nos hacen zambullirnos desde últimos de noviembre en una antesala consumista de la fiesta que en nada ayuda a prepararnos para el abrazo. Es un contrasentido festejar el nacimiento de un niño pobre en medio de fastos sin medida.

El hijo del carpintero fue pobre en el nacimiento, pobre en vida y murió pobre y humillado, sin dejar por ello de disfrutar con alegría del goce de los placeres. Se apartó de mensajes moralistas y de apegos a ningún poder y nos habló de la grandeza del ser humano, especialmente del débil.

Hoy, si miramos alrededor, vemos su legado inmenso diseminado en la legislación de los países, en declaraciones de derechos humanos o de protección de la infancia y en tantos momentos sociales de solidaridad. Pero, al mismo tiempo, vemos tanta tergiversación por parte de los que dicen hablar en su nombre o seguir sus pasos.

Y vemos un sistema de regulación del poder tan alejado de la simplicidad del Evangelio.
Como decía Confucio, "volvamos al sentido original de las palabras" y recuperemos una Navidad llena de celebración.

Un momento especial de encuentro con los próximos y con los lejanos. Un oasis de reflexión para llenar las alforjas de víveres para el camino atropellado que nos toca andar a diario.
Podemos recuperar una Navidad de tamaño humano donde lo importante no sean los regalos sino a quién y cómo los hagamos.

Volvamos a cuidar el detalle de regalarnos a nosotros mismos sin dejarnos engañar por las imágenes seductoras de una publicidad inconsistente. Despojemos la Navidad de todo el artificio innecesario y recuperemos ese encuentro con la naturaleza humana y con el planeta. No podemos conformarnos con la cuota de generosidad que supone durante estos días "poner un pobre en nuestras mesas" de las maneras más inverosímiles y sin respeto.

Eso no es más que instrumentalizar a los débiles para compensar una conciencia de culpa forjada en el despilfarro. Tampoco situamos estos días en el conjunto de un año y de otro año y de una vida. Nos parece que la Navidad nada tiene que ver con el resto de los meses y que nos da patente de corso para vivir de cualquier manera. La Navidad también puede llenarse de coherencia.
Pero nada se ha perdido.

Nos queda la profundidad de tanta gente que se acerca con respeto a esta semana de vivencia espiritual. Unos por sentimiento religioso sincero y respetable. Otros por la toma de conciencia de que vivimos en una tradición judeocristiana de una riqueza cultural enorme, lo que viene a significar riqueza humana, abundancia de humanidad.

Y que no nos la pueden arrebatar los mercaderes sin escrúpulos que comercian con sentimentalismos rentables. Hay una Navidad por recuperar, un verdadero nacimiento de la conciencia humana.

(Cristóbal Sánchez Blesa.
De Solidarios.)

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(Foto, Juanbamoran)



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Desde Mi Ventana, os deseo a Todas y Todos,


¡¡¡ Feliz Navidad!!!


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GUERRAS OLVIDADAS