«Primero, la hipoteca; luego, comer»,

Su voz conservaba el susurro dulce de Centroamérica; y sus cejas -dos sauces- se elevaron al hablarme sobre la pena negra en que le estaban envolviendo los mercados.

Es hondureño.
Trabaja en la taberna donde entro al regresar de tirar la basura sorteando las farolas. No escribe en servilletas, las barre. Y pone aperitivos de cansancio, en silencio.

Su mujer lleva dos meses buscando lo que sea: hostelería, portales, casas…Tienen dos niños, van a un colegio aquí al lado, a veces me cruzo con ellos. Sus padres quisieron hacer lo que todos... «¿para qué iban a pagar un alquiler? »Juan -llamémosle así (es lo único ficticio en todo el relato)- recuerda la ilusión con que pagó la mensualidad del primer año, 600 euros: todavía los dos trabajaban. Este mes de septiembre, cinco años después, han alcanzado ya los 950 por las subidas del maldito euribor.Como es un "mileurista" auténtico, todo lo más le quedan para empezar el mes 50 euros.
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Anoche, delante de mí, el dueño le dijo que se llevase los macarrones que habían sobrado de las cenas, en total dos o tres raciones.«Para los niños», añadió aproximándose a Juan. ..Y después, en tono paternal:
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«Ya sabes: primero, la hipoteca»
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Codorníu

http://aguasabajo.blogspot.com/


Sólo si no te muerde justo en el corazón, puedes hablar de crisis, de fraudes, especulaciones y fracaso evidente y brutal del capitalismo salvaje que nos han ido imponiendo en nombre del Mercado, uno, grande y libre.
Pero si un desgarrón producido por sus uñas afiladas y sucias se ha hecho herida en tu pecho y sangras, quizá sólo la ira, la crispación o la espera pasiva.
Puestos contra la pared, falta un camino. Y ellos tendrían que aprender a abrirlo juntos.

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GUERRAS OLVIDADAS