La certeza de sus muertes...

Mientras estaba(mos) en Liverpool, bajo la lluvia, bajo un cielo cambiante gris y espumoso, se nos morían por el mundo dos hombres, dos voces que me han acompañado en muchos tramos de la vida. Pasa cada día, es algo normal, es la vida, con su cara y su cruz, con su vida y su muerte.

Carlos Castilla del Pino, que me ha dejado el valor de nombrar los objetos y las cosas que tienen un nombre, objetos que forman parte de nuestra existencia y que, cuando los tomas, te hacen recobrar la memoria de un tiempo que parecía perdido “los objetos te trasladan a un momento de la vida” personal e intrasferible.

Aprendí de su vida y de la mía con “Pretérito imperfecto” y con “La casa del olivo” Mario Benedetti, igual que nuestro Ángel González, me hizo querer la poesía de las cosas sencillas pero importantes.

Reflexionó sobre lo cotidiano con palabras que bajaban a la calle para ser entendidas fácilmente “defender la alegría como una bandera, defenderla del rayo y la melancolía” Con él he viajado durante años, nunca me he cansado de oír sus textos musicados por Serrat.

Tenían 86 y 88 años, habían sido molestos para sus gobiernos, eran de izquierda, cuando ser de izquierda era una forma de vivir comprometido en la denuncia de la injusticia.

He vuelto al calor del sur, pero sentir de golpe la certeza de sus muertes me han dejado un escalofrío que ha recorrido mi cuerpo.

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GUERRAS OLVIDADAS