Lucy Garrido
Lesbiana, madre, perseguida y condenada
El Ministerio del Interior español ha rechazado la petición de asilo de una mujer camerunesa porque el instructor del caso considera que estar embarazada es incompatible, e "inverosímil", con ser lesbiana.
Si lo entiendo bien, debe querer decir que las mujeres homosexuales no pueden concebir hijos. Quizá mi interpretación sea rebuscada, pero no dispongo de otros argumentos para valorar la decisión del instructor, seguramente eficaz miembro del insensible engranaje administrativo al que nos enfrentamos las personas.
La demandante argumenta que huyó con su novia de su país para evitar la cárcel, tuvo que prostituirse en Marruecos, donde se quedó encinta, mientras esperaba venir a España, país en el que nació su hijo.
En España está reconocido el asilo por persecución sexual, pero a ella se lo deniegan porque alguien en un despacho decide que ser lesbiana y madre es sospechoso de falsedad, así que no cuela.
Una condena anticipada.Formalismos, verdades y mentiras al margen, la inmigración es fuente inagotable de epopeyas, de dramas cuyo dolor sólo los héroes y dioses clásicos podían soportar.
Simbólicamente, la inmigración es el esclavo encaramado en la retaguardia de la cuadriga del césar, a quien en sus paseos triunfales susurraba:
"Recuerda que eres mortal".En sus tratados morales (¡dos mil años les contemplan y qué actualidad tienen!), Séneca nos dice que los privilegios, de los que vivió rodeado, no conducen a la felicidad. Vivimos en una sociedad que cree todo lo contrario. Quizá por eso, y por confundirlos con derechos, se los neguemos a quienes los necesitan.
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