Desde Argentina hasta Alemania han sido capaces de analizar y legislar sobre sus atrocidades. España no.
Ni los gobiernos socialistas ni la derecha ultramontana nos han dejado enterrar a los muertos y a nuestros fantasmas.
Unos por pragmatismo. Los otros por esconder a sus asesinos.
Hace unos días escuché en la radio unas reflexiones de Santiago Carrillo que me llamaron la atención. Una se refería a la ausencia de vida política en los partidos, en todos, convertidos en máquinas electorales y centrados, fundamentalmente, en la elaboración de listas.
Y otra relativa a la iglesia y la derecha españolas que lanzan ¡en el 2010! los mismos mensajes que en los años previos a la Guerra Civil, con la diferencia de que ahora no tienen un ejército que les apoye.
Comparto plenamente esta reflexión, sobre todo después de declaraciones como las de Rouco Varela del pasado domingo catorce de febrero entrando descaradamente en el terreno de la política y pidiendo, prácticamente, la sustitución de Zapatero por Rajoy.
Es para asustarse porque cuando hablamos de derecha en España no estamos hablando de la lógica alternancia del sistema bipartidista anglosajón.
Estamos hablando de una derecha disfraza de benettons y mangos que presenta sus ruedas de prensa y sus mítines bajo las luces de las últimas tecnologías de diseño tras las que pretende ocultar la derecha montaraz y franquista que no ha dejado de ser.
La derecha que entiende el poder como la butaca de su casa y a España como su jardín particular.
El llamado “caso Garzón” es la última muestra. La Guerra Civil terminó hace setenta años. Pero para ellos no y, en consecuencia, para la izquierda y los derrotados tampoco. Para cualquier observador imparcial, para un extranjero interesado en nuestro país, es algo inverosímil que pasados esos años todavía no dejen investigar, remover o recuperar la historia de tantos muertos, asesinados después de la guerra.
Insisto, ¡estamos en 2010!. Desde Argentina hasta Alemania han sido capaces de analizar y legislar sobre sus atrocidades.
España no.
Ni los gobiernos socialistas ni la derecha ultramontana nos han dejado enterrar a los muertos y a nuestros fantasmas. Unos por pragmatismo. Los otros por esconder a sus asesinos y ocultar sus responsabilidades, prueba de que no han cambiado tanto.
Y al único juez que tiene la valentía de ahondar en esas heridas se le quiere procesar, masacrar, retirar.
Se habla también de unos pactos de estado para salir de la crisis.
Y la derecha no quiere.
¡Si ya firmaron los de la Moncloa nada menos que con Fraga al frente!, razonan algunos.
Es verdad. La diferencia con la situación actual es que entonces la izquierda política y sindical era muy fuerte y les obligaron.
Hoy no lo son y no hay nadie que les fuerce. En política casi nada se hace sin presión. “Y si no hay nadie que me obligue ¿por qué voy abrir la puerta?” pensará la derecha.
Se equivoca quien piense que con razonamientos y consensos el Espíritu Santo les inspirará y les llevará a la mesa de negociación.
No piensan en España, piensan en su finca y se consideran con todo el derecho a administrarla como les venga en gana.
Y lo peor es que van camino de conseguirlo aupados en sus feudos de Madrid y Valencia ¡hay de aquél Madrid y aquella Valencia que fueron los bastiones de la República!
Sinceramente no veo quien les detenga con este bipartidismo anglosajón que nos están imponiendo.
Lo dejo aquí para otra pieza. ¡Ojalá que me equivoque!
José Luis Egido
http://www.nuevatribuna.es/index.asp
La derecha que asusta...
Publicado por Desde mi ventana Etiquetas: CON LOS OJOS DEL CORAZÓN, DIFUSIÓN
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