La recuperación de la memoria histórica, la que quedó enterrada en las fosas comunes, y la que se forjó durante la Transición, impregnó la ceremonia de entrega de los Premios Ortega y Gasset de Periodismo, que han querido ser "un alegato contra el olvido".
Así lo subrayó la escritora Almudena Grandes, durante el acto de entrega de los galardones, que recayeron en Adolfo Suárez Illana, Jorge Martínez Reverte, Amaya García Ortiz de Jocano y Tomás Eloy Martínez. El acto, celebrado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, congregó a personalidades del mundo de la cultura, la política y las finanzas, entre las que se encontraban cuatro ministros del Gobierno: José Blanco (Fomento), Ángeles González Sinde (Cultura), Cristina Garmendia (Ciencia e Innovación) y Bibiana Aído (Igualdad).
Ignacio Polanco, presidente del Grupo Prisa, y Manuel Polanco, director general, compartieron este encuentro que reconoce, cada año, el mejor periodismo en español con unos exultantes premiados.
"Este premio no es para mí. Les puedo prometer y prometo que se lo haré llegar a su legítimo titular en cuanto llegue a casa".
Fueron las palabras con las que Adolfo Suárez Illana agradeció el galardón a la mejor fotografía, captada por él mismo el 17 de julio pasado y publicada al día siguiente en todos los medios de comunicación, y en la que su padre y el rey Juan Carlos caminan por el jardín amigablemente de espaldas al objetivo de la cámara.
En un flash, Suárez Illana fue capaz de evocar el latido personal, histórico y político de la democracia española. "Yo no soy el premiado, los premiados son los protagonistas y lo que evocan", dijo ayer el ocasional reportero gráfico, que quiso hacer del galardón "un compromiso para mantener vivo el espíritu de la Transición".
Fue un día donde la historia y la memoria con mayúsculas se mezclaron con la vida y la memoria más íntima y personal.
Ya lo apuntó la escritora Almudena Grandes, encargada de cerrar el acto, cuando reivindicó la memoria de las "viejas libertades", que ha vuelto a situar a la sociedad española "por delante de la clase política y muy por delante de las instituciones".
Grandes dijo que la fotografía ganadora "es mucho más valiosa por lo que no se ve".
Tan valiosos como esos anónimos pero grandes protagonistas de la historia también de España que le valieron el premio al mejor trabajo de periodismo digital a Amaya García.
Enterrados en fosas comunes, más de 2.000 personas, de las 4.300 que fueron fusiladas en la tapia del antiguo cementerio malagueño de San Andrés, han comenzado a recobrar su identidad gracias a trabajos como el de Clase de historia a pie de fosa, difundido en Elmundo.es.
A ellos, a sus familiares, "y a la gente que todavía tiene a sus seres queridos en una cuneta o en una fosa", dedicó la periodista su galardón.
Quien no supo definir qué clase de género periodístico había utilizado para indagar en su propia memoria fue Jorge Martínez Reverte.
Irritado por el acoso que la Comunidad de Madrid realizó sobre el doctor Montes y el equipo de anestesistas del Hospital Severo Ochoa, de Leganés, el escritor y periodista se lanzó a contar la historia de su madre Josefina, a la que, enferma de cáncer, sus seis hijos ayudaron a morir dignamente.
Publicada en EL PAÍS, con el título de Una muerte digna, Martínez Reverte quiso hacer un reportaje sobre el alma: "Sobre la mía, algo que suelo eludir porque los periodistas estamos no para hablar de nosotros, sino de los demás".
El único premiado que no pudo asistir a la ceremonia fue el escritor argentino Tomás Eloy Martínez, galardonado por toda su trayectoria.
En su nombre, recogió el premio Rosa Conde, directora de la Fundación Carolina. En su mensaje, llegado desde Buenos Aires, Eloy Martínez dio una lección de periodismo y de los valores del oficio. "Nos separan miles de kilómetros pero a la vez nos acerca una profesión a la que uno de mis modelos ha definido como el mejor oficio del mundo".
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