La activista saharaui de derechos humanos se recupera de las secuelas de las agresiones policiales marroquíes mientras espera por volver al Sahara.


Santa Cruz de Tenerife.

- El caso de Sultana no es único.

La mujer saharaui ha sido desde la ocupación marroquí del Sahara Occidental en 1975 la piedra piramidal sobre la que se ha asentado la resistencia de su pueblo. Violaciones, torturas, malos tratos, detenciones arbitrarias, abortos forzosos, asesinatos de bebés, secuestro de sus hijos o desapariciones son las armas que se despliegan contra ellas un día tras otro desde hace 33 años, tal y como confirman organizaciones internacionales de tanta credibilidad como Amnistía Internacional o Human Right Watch.

Sultana es una de ellas, un caso que simboliza la tragedia de todas y cada una de las mujeres saharauis, sus madres, sus hijas y sus hermanas, una tragedia que apenas despierta el interés de la comunidad internacional y de aquellos gobiernos que se denominan democráticos.


El 9 de mayo de 2007, Sultana Jaya, una joven saharaui natural de Bojador “desterrada” por las autoridades de ocupación en el Sahara al territorio marroquí por su participación en manifestaciones pacíficas en defensa de los derechos humanos, participaba en una sentada junto con sus compañeros estudiantes de la Universidad de Marrakech. Súbitamente, centenares de unidades antidisturbios cargaban contra las pocas decenas de estudiantes saharauis que coreaban consignas y Sultana era “salvajemente golpeada”.

Fruto de “la paliza” la bella joven saharaui perdía un ojo.


Sujetándolo en sus propias manos, era trasladada a la comisaría de Jamaa Lafnaa. Sin recibir asistencia médica alguna, Sultana era interrogada durante horas al borde de la inconsciencia. Aún así, todavía recuerda a uno de los policías decirle a un compañero que le pegara más para que perdiera su entonces ya único ojo y le viene a su mente la imagen de los gatos de la comisaría lamiendo su sangre mientras permanecía tirada en el suelo.

Hoy, recuperándose en España de las secuelas de la salvaje agresión, sólo espera volver al Sahara mientras intenta dar a conocer la situación que viven los saharauis en su propia tierra.


¿Por qué decidió ir a estudiar a Marrakech?


“Fui desterrada a Marruecos por mi implicación en la Intifada que iniciamos en mayo de 2005. Decidí proseguir mis estudios de francés en una academia de cierto prestigio y la más cercana era la de Marrakech”.


¿Mantenía actividades políticas antes de su detención?


“Por supuesto, yo al igual que muchos jóvenes saharauis hemos mantenido un compromiso con nuestra causa nacional y llevamos a cabo actividades políticas y de defensa y reclamación de nuestros derechos humanos”.


¿Qué clima existía en la comunidad de estudiantes saharauis en Marrakech los meses y días anteriores a ser detenida?


“De ebullición.

A diario llevábamos acabo actividades dentro del campus.

Sentadas, manifestaciones solidarias con los presos políticos saharauis y las victimas de las agresiones de los destacamentos de intervención marroquíes en las ciudades saharauis ocupadas y en el sur de Marruecos. El régimen marroquí debía tener constancia de nuestra presencia y lucha diaria”.


¿Cómo pudo abandonar el territorio controlado por Marruecos y cómo ha sido el proceso de su recuperación?


“Gracias a una ONG sueca me fue otorgado un visado humanitario sin el conocimiento de las autoridades marroquíes. Estuve una semana en Estocolmo, dando charlas y testimonio de lo que está ocurriendo en las zonas ocupadas y la falta de garantías en materia de derechos humanos.

El 9 de septiembre llegué a finalmente Barcelona donde fui sometida a una operación muy delicada para colocarme una prótesis ocular.

A día de hoy, sigo con revisiones periódicas, sufriendo dolores intensos en la cabeza y las secuelas de los golpes”.


¿Tiene previsto volver a vivir al Sahara?, ¿cuándo?


“Por supuesto, ardo en deseos de reanudar mi lucha diaria donde la dejé, junto a mis compañeras y compañeros y lo haré en cuanto consiga el alta médica”.


La tragedia que vivió y la forma de enfrentarse a ella le han llevado de ser una anónima estudiante saharaui en el campus de la universidad de Marrakech a convertirse en un símbolo para su pueblo.

¿Cree que su vida en el Sahara volverá a ser igual alguna vez?, ¿en qué cambiará?


Mi vida cotidiana es la misma y mi sacrificio es por una causa justa, la causa de nuestro pueblo. Yo no soy un símbolo, símbolos son los caídos en combate y en las mazmorras marroquíes. Sólo cambiará que desde ahora y en adelante veré al régimen marroquí con un solo ojo, pero preciso e intenso, y no escatimaré ningún esfuerzo para luchar sin tregua hasta la victoria final”.


Sabe que si vuelve las autoridades marroquíes volverán a intentar callar su voz por los medios más efectivos posibles

¿No tiene miedo?


“No tengo miedo. Estoy segura de que mi vida no vale más que la de otros compatriotas”.
Después de que Marruecos haya estado 30 años intentando privar a las nuevas generaciones saharauis de conocer su historia y borrar cualquier signo de su propia identidad, los jóvenes saharauis se han convertido en el elemento más activo de la lucha del pueblo saharaui por su libertad,


¿Siendo niña era ya usted consciente de la situación que vivía su pueblo?, ¿cómo lo percibía?


“Todos, desde la más tierna infancia, hemos vivido el terror y la persecución diaria de nuestros mayores, este hecho nos hace perder la inocencia propia de la infancia y madurar de forma apresurada”.


Tanto el Frente Polisario como la sociedad saharaui en general recibe presiones enormes de los jóvenes para reanudar la lucha armada, ¿qué opina sobre este posible regreso a la guerra?
“Nadie desea la guerra, somos un pueblo que ama la paz. La invasión nos obligó a empuñar las armas porque era la única alternativa que nos quedaba”.


Desde su detención y especialmente desde su llegada a España y su actitud de denuncia de la situación del pueblo saharaui en los territorios ocupados en numerosos foros en los que ha intervenido,

¿ha sido su familia que permanece allí objeto de alguna amenaza, presión o agresión por parte de las autoridades marroquíes?


“Sí, los mantienen en un estado de vigilancia permanente y les aplican un boicot económico para silenciar mi voz y la de los demás activistas”.


Usted mantiene contacto habitual con los territorios saharauis ocupados por Marruecos, ¿cómo es la situación en estos momentos?


“Sigue la represión y las continuas violaciones de los más mínimos derechos, las detenciones diarias, los juicios sumarios, y maltrato continuo”.


Enlace de la noticia

Iinforme 2008 de Amnistía Internacional: Los derechos humanos en el mundo, recoge parte de las violaciones perpetradas por las autoridades de ocupación marroquíes en el Sáhara Occidental. A continuación detallamos un extracto relevante a los derechos humanos.

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